Las fotos siguen colgadas de la pared, los libros en la estantería y ese póster tan feo cubriendo el dibujo que hice hace un tiempo.
Y luego estoy yo, de madrugada, sentada en la cama.
Cambié de libreta pero aún sigo siendo la misma a la que el bolígrafo le quema.
No sé ser musa y mucho menos, poeta.
Me cansé de volar alto y luego partirme la boca en el asfalto.
No puedo competir con la vida, es mucho más bonita que yo, y puta... joder, con lo puta que es y aquí estamos todos siéndole fiel.